Fango, un nombre para saber de dónde venimos y hacia dónde vamos
Dani y Fango se conocieron en el momento perfecto. El humano estaba buscando un perrete para cuidarlo y disfrutar de una vida juntos pero, era un romántico, quería sentir el flechazo, su intuición insistía: debía ser a primera vista.
Un día unos amigos le avisaron que habían visto a un perro solito en un campo medio abandonado y asustado. Se veía a leguas que le faltaba de mucho cariño.
¡Boom! ¡Primer pálpito! ¡Quería ir a verle! Su vida no fue fácil, sentía terror al mínimo ruido y, su mirada estaba perdida. Cuántas cosas habría visto como para no querer abrir bien los ojos…
Sin embargo, tuvo que abrirlos porque la mirada de Dani le cautivó. Le miró, se miraron y el amor obró lo demás. Desde entonces ya no se han separado y su amor es incondicional.
Sin embargo, su humano no quiso que olvidara sus raíces. Como le encontró entre arena y suciedad le llamó: Fango. De ahí salió y, quien lo diría, ahora ha pasado al otro extremo y está enganchado al calor del calefactor de donde sale sin pensarlo si le llevan una chuche de Kazoku Pets. Porque claro, las prioridades son las prioridades.
Llevan 2 años juntos y su vida cada vez es más bonita juntos. Juegan, aprenden trucos juntos, se miman, pasean, corren y ambos, han aprendido que sí, que el amor existe, no importa el sexo, ni la raza, ni tampoco la especie. No existe amor más puro que el que te enseña un perro. Gracias por tanto Fango.


